martes, febrero 28, 2006

Su poder se perfecciona en mi debilidad - Parte Final

Agosto 2005
Ha sido una vacación maravillosa. He disfrutado una vez más de poder estar junto a mi familia. Mi ánimo ha ido recuperando su vitalidad gradualmente. He tenido la oportunidad de servir en la iglesia de múltiples formas. Es hora de volver a la universidad. Hay cierto temor en mi corazón, pero al mismo tiempo me he convencido de que Dios desea que continúe con los estudios universitarios. Adicionalmente, por primera vez voy a ser líder de un grupo pequeño en la iglesia de Maryland y esto en sí mismo es un gran desafío. Me gustaría tomar tres materias en lugar de dos, que es lo usual. Parece una total locura, en especial después de haber aprobado a penas una sola materia el último semestre, pero esa sería la única forma de recuperar la clase que abandoné. En el peor de los casos, dejaría esta materia adicional si el panorama se pinta muy sombrío, y si es que no llego primero a un hospital de lunáticos mentales :) La verdad es que Dios me ha enseñado hasta dónde puedo llegar sin Él: ¡A NINGÚN LADO! Así que pienso que este semestre será diferente. Estoy consciente de mis limitaciones y deficiencias, pero tengo una temblorosa fe de que mi Señor me llevará hasta la meta. También he pedido a muchos hermanos que oren porque el Señor me conceda disciplina, inteligencia y tenacidad sobrenaturales.

Diciembre 13, 2005
Las clases han terminado. Ha sido una batalla encarnizada y no ha sido fácil. He trabajado duro, mientras a la vez confiaba solamente en la gracia de Dios. Varias veces tuve que decir no a mis preferencias, de modo de poder contrarestar mi incapacidad, y aún así no siempre fue suficiente. Me llena de sumisión contemplar que aún trabajando firmemente, varias veces no pude rendir competentemente. Hubieron muchos días, y noches, que me sentí desmayar, fatigado y exhausto, pero una y otra y otra vez, mis fuerzas fueron renovadas, alzando alas como las águilas. Ahora sólo faltan los exámenes y proyectos finales. Esta es una carrera de largo aliento. En la última semana uno se juega el todo por el todo: entre 50% y 70% de la nota final. Bien pude haberme esforzado mucho durante todo el semestre, pero la última palabra es dicha en la semana final… El desafío es tan grande y abrumador que la única esperanza es doblar humildemente mis rodillas y postrado clamar por misericordia.

Diciembre 15, 2005
Hoy es mi examen final. En el parcial de medio semestre no me fue tan bien, a pesar de que estudie mucho y con bastante anticipación. El temor siempre asoma su imagen siniestra, disfrazado con una envoltura que hace aceptable lo que en la realidad es esencialmente una repulsiva ofensa contra la perfección y el poderío inconmensurables del único Dios verdadero. ¡INCREDULIDAD! incredulidad es su nombre, y ella se esconde hábilmente tras la aparentemente benigna figura del miedo y la ansiedad. Cuando el temor domina mi alma, estoy declarando irrebatiblemente, aunque sin palabras, lo que mi corazón realmente cree en lo íntimo y lo profundo. Puedo fingir una postura de sobriedad y una vida cristiana relativamente ejemplar. Sin embargo, es en estos instantes de actividades comunes cuando mi interior es revelado, y lo que estaba bien oculto en las tinieblas emerge a la superficie. Claro, es fácil cantar los domingos sobre mi amor por Dios, prometerle lealtad eterna, es fácil decir que confío en Él, que es todopoderoso, que es digno de adoración, que estoy dispuesto a servirle y adorarle para siempre. En el candor de la emoción todas las promesas son aceptables y posiblemente sinceras. Sin embargo, es el día lunes en que la veracidad de mis palabras es constatada, o quizá incluso antes, apenas transcurridos unos instantes después de la reunión. En medio de la reunión soy capaz de ofrecer hasta mi vida misma, si fuera necesario, y las emociones fluyen libremente sin limitaciones. No que esté mal el emocionarse, pero todos sabemos que las palabras en sí mismas no tienen valor alguno si quien las vierte nunca cumple sus promesas. Pues bien, no pasa mucho tiempo antes de que rompamos bruscamente lo que en su momento parecía ser una convicción genuina de nuestro corazón. Es en las actividades del diario vivir cuando mi verdadero ser es descubierto. La forma en que reacciono ante circunstancias adversas inesperadas, la forma en que manejo, la administración de mi tiempo y mi dinero, la forma en que ayudo (o no) en mi hogar, mi nivel de paciencia con los que vivo, las actividades que desarrollo en mis tiempos libres, la responsabilidad en el trabajo, mi preparación para el examen final, la quietud de mi corazón ante eventos importantes…, todos ellos revelan inconfundiblemente lo que mi corazón en verdad cree, si realmente amo al Señor como presumo hacerlo en momentos de apasionada emoción. Es como aquel hombre enamorado que escribe canciones y poemas a su amada, pero que en un día frío y lluvioso prefiere quedarse en la comodidad y calidez de su vivienda antes que hacer el extraordinario sacrificio de salir y enfrentar el clima tempestuoso. Sus palabras son como burbujas de jabón: que crecen, cambian de colores, se ven preciosas, pero son tan frágiles y temporales que están destinadas a desaparecer tarde o temprano.
El día después, cuando la realidad irrumpe inexorablemente arrasando con todas las burbujas de jabón, es cuando el miserable estado real de mi alma es descubierto. Es imposible cumplir mi palabra. Dejado a mi libre albedrío soy incapaz de hacerlo. De una forma u otra, romperé mis promesas múltiples ocasiones durante la semana.
Gracias sean dadas a Dios ya que su amor por mí no depende del cumplimiento de MIS promesas, sino de las SUYAS. ¡Gloria a su nombre!
Entonces puedo alabarle por su magnificencia y su gloria, y por su bondad y su gracia que con paciencia me dirigen a través de la vida con la confianza de que he sido comprado con alto precio, con precio inigualable, con precio ilimitado: con la sangre del Cordero inmolado en mi lugar ¡Qué maravillosa y admirable verdad!
No sé como me irá en mi examen (que empezará en 25 minutos), me juego el 50% de mi nota final. Pero una verdad es inconmovible: el examen final más importante de mi existencia ya lo he fallado miserablemente, me he aplazado tan irremisiblemente que ni siquiera hay esperanza. Sin embargo, mi Señor Jesús, ha decidido dar el examen en mi lugar y ha sacado la única nota posible para aprobarlo, ¡ha obtenido 100%! Y aún más, ÉL ha decidido intercambiar las notas, de modo que Él ha recibido la humillación de mi horrendo aplazo para que yo pueda recibir los privilegios de su magnífica e inmaculada aprobación. ¡Bendito sea su nombre por la eternidad! Mi vida está escondida para siempre bajo su sombra, independientemente de mi rendimiento en el examen final de esta materia.
Amen.

Diciembre 31, 2005
Misericordia, compasión, gracia inmerecida. Lo que yo no pude hacer, Él lo hizo por mí. Mi Señor lo ha logrado. Aunque parezca increíble, me permitió aprobar ¡las TRES materias! Lo que es aún más maravilloso, es que en el proceso también ha transformado mi corazón. No estuve simplemente ejecutando algún tipo de orden, sino que mi Señor también ha restaurado mi deleite en Él y el gozo de tomar las clases, confiando en que ésta es su voluntad.

OH mi Señor:

En tu fidelidad me has afligido (Salmo 119:75)
Bueno me es haber sido humillado,
Para que aprenda tus estatutos (Salmo 119:71)
Tu poder se perfecciona en mi debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
Para que repose sobre mí el poder de Cristo (2 Cor. 12:9)


Me pregunto qué tendrá el Señor para enseñarme el 2006…

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