Mientras hablaba con un amigo, estuve rememorando cómo Dios había preparado las circunstancias en mi vida para que vaya al Seminario Bíblico Río Grande y años más tarde al Colegio de Pastores. Fue su obra de principio a fin, no tengo mérito alguno y no lo menciono con falsa humildad. Dios provee el querer y el hacer por su buena voluntad. Yo soy necio y obstinado, idólatra y rebelde, siempre buscando hacer mi propia voluntad. Dios en su misericordia aún cambia los deseos y los anhelos de mi corazón. De un corazón que busca su propia gloria, satisfacción y felicidad, a un corazón que no anhela otra cosa que servirle, obedecerle y amarle. Antes me parecía imposible dejar la Informática para servir a Dios, hoy me parece una pesadilla pensar que toda mi vida estaré trabajando en la Informática. Por supuesto que Él también puede renovar la pasión que Él mismo ha desvanecido, ¡ÉL ES DIOS! y yo lo adoro, caigo postrado a sus pies, reconociendo su poderío, majestad, omnipotencia, dominio y reinado. Estoy humillado al comprender que aún mis logros del pasado siempre dependieron de Él y los dones que Él había provisto. Qué arrogante fui al pensar que mi esfuerzo y dedicación habían logrado algo. Fueron su poder y su misericordia. Hoy comprendo que apartado de Él no puedo funcionar. Hoy todo es perfecto, Él permitió que sea aceptado en la universidad con todas las puertas abiertas, con todos los gastos pagados, con todas las cosas a mi disposición: iglesia, casa, amigos, pastores, enseñanzas, profesores, oficina, biblioteca… todo, todo, ¡TODO! No hay excusas, ni paros, ni huelgas, ni corrupción y aún así no hallo satisfacción en mis estudios. Es más, un profundo pesar y desesperación oscurecen mis días, mi alma se llena de angustia y desaliento. Me despierto y no deseo levantarme, no tengo fuerzas. No sólo mis tareas y estudios, sino todo parece tan difícil de realizar: limpiar mi cuarto, lavar mi ropa, llenar los impuestos, servir a los demás, llamar, escribir emails, todo consume las pocas fuerzas que aún me quedan. Sólo deseo que los días pasen rápido y que esta tortura sea quitada pronto, cuando acabe el semestre ¿Cuánto tiempo más Señor? ¿Qué deseas enseñarme?
Domingo, Marzo 20, 2005
Me dio un resfrío fuerte, ardo en temperatura y mi cuerpo está exhausto. Por primera vez desde que vine a Maryland no pude asistir a la congregación :( Esta enfermedad física parece reflejar sombríamente mi enfermedad espiritual. Puedo percibir que mi pasión interna y emocional por el Señor se ha reducido considerablemente. Quizá mis tiempos a solas con Él son más regulares y constantes que nunca antes, pero gozo y pasión están ausentes la mayoría de las veces. Sólo un milagro de Dios puede transformar mi corazón. Sin embargo, quisiera hacer todo lo que está a mi alcance para reavivar el fuego del Espíritu en mí. Sé que esto es humanamente imposible y por lo tanto me humillo y postro delante del Señor clamando por su misericordia. El calor me consume, mis pensamientos deliran, mis fuerzas se extinguen. ¿Cómo puedo siquiera considerar en hallar reposo aparte de mi Señor? Corro tras viento, tras una fantasía irreal, una ilusión, falsos dioses que no tienen oídos, ni manos, ni boca, ni poder, que no pueden satisfacer de ninguna manera ninguna de mis necesidades. Son mi maldad y mi pecado que me ciegan nuevamente, y corro tras ellos, quienes son inexistentes y cuyas ofertas son una mentira. Un milagro, un milagro para ver la realidad eterna: Cristo es mi reposo, refugio, gozo, riqueza, seguridad, vida, salud, alimento, mi pan, mi amigo fiel, mi amado, mi redentor, mi consuelo, paz, resurrección, luz, felicidad, salvación, sabiduría, mi REY. Gracias por hallarme Jesús.
Abril 2005
Finalmente llegó Abril. Ahora sí podré hablar con Johnny, mi pastor en La Paz, quien viene a una conferencia. Deseo comunicarle que estoy listo para retornar a mi país cuando acabe el semestre, ¡estoy contando los días! Seguro recibirá la noticia con los brazos abiertos. Le dije, antes de que partiera hacia aquí, que necesitaba de su consejo para tomar una decisión importante y que orara para que el Señor le otorgara gran sabiduría. Ya he preguntado a varias personas y todas han dado su visto bueno para que retorne a Bolivia. Decidí hablar con él después de todos los demás pues sé que estará de acuerdo. La idea de que yo estudiase la Maestría no le convencía mucho de inicio.
Mayo 2005
¡Tan solo quince días más! Fue una completa sorpresa hablar Johnny. Me dijo que pensaba que el Señor deseaba que me quedara para terminar la Maestría. No lo podía creer. Tuvimos varias conversaciones. Le hice muchas preguntas. Mis oídos no querían escuchar lo que me decía, pero sus argumentos no eran humanos. Le dije que tendría que pensarlo mucho y que tenía que orar. Mi primera reacción fue pensar que él estaba completamente fuera de lugar, pero al final sólo prometí que meditaría al respecto cuando el semestre haya acabado. Pensar al respecto en medio de la tormenta es como si un médico me dijera inmediatamente después de una operación desgarradoramente dolorosa que debe operarme una vez más. ¡NO! Es mejor ni siquiera intentarlo hasta que las aguas estén tranquilas.
Junio 2005